Resiliencia: Dícese del término guay utilizado por gurús o gente que se ha venido arriba tras leer “El monje que vendió su Ferrari” para decirle al vecino que se debe adaptar al cambio o incluso decírselo a sí mismo porque en el fondo sabe que no es capaz.
En los tiempos previos al COVID me venía apareciendo gente en Redes Sociales que, de repente, se habían convertido en “seres de luz”, algunos incluso autoetiquetados así. Gente que estaba en la mierda, habían leído “El Secreto” y se convierten en la alegría de la huerta. Para que veas que en otras enfermedades también hay “falsos positivos”. El planeta se ha llenado de gente que dice cómo cambiar el mundo, pero no son capaces de resintonizar la TDT. Gente que dice hacia dónde tiene que ir la sociedad mientras con 37 años viven en casa de sus padres porque no son capaces de pagarse un compartido.
Ser de luz. Que forma más poética de decir “soy la polla”. Y la mayoría, lo más cerca que ha estado de ser un ser de luz fue un mes que trabajaron de comerciales en Iberdrola.
Estos sujetos venían publicando fotos propias (no sé si porque oye, al menos se lo han currado un poco) o por ego (creo que más bien esto) en planos semiartísticos, véase cogiéndose de la mano de su pareja, mirando al horizonte, un plano de sus sandalias y demás, acompañados al principio de frases profundas del tipo “No fracasé. Encontré 10.000 formas que no funcionan”. Hombre, fracaso no sé, pero un poco torpe sí que eres.
Supongo que, por culpa de la apropiación de estas frases por parte de los instagrammers para acompañar a sus fotos medio en bolas, los seres de luz evolucionaron en sus posts a poner una serie de explicaciones sobre la vida. Vamos, como esta turra que te estoy dando, pero al menos sin estar de mala hostia con el mundo. Estos líderes espirituales de andar por casa hablaban de la superación, del esfuerzo y de un palabro que, honestamente, tuve que buscar en el diccionario: La resiliencia.
La resiliencia es la capacidad de adaptarse al cambio. Y suena de puta madre. La teoría es fácil y entender el concepto más aún, pero ay cuando ha tocado la resiliencia de verdad. El adaptarse a una situación que igual no era la que esperaba nadie y, claro, ver como estas capacidades, forjadas en cursillo de fin de semana, se han ido al traste.
Resiliencia mis cojones, amigo.
El coaching claro que es útil, hasta los libros de autoayudas, si ajustas tus expectativas, también. Pero amig@, si crees que con dos cursillos te puedes posicionar en 3 años como un referente mundial o cobrarle al primer cliente el doble que un profesor de universidad, pues deberíamos pensar que igual nos estamos flipando un poco.
Ahora estos sujetos se han dividido en tres grupos:
- Los que reconocen que se han llevado una hostia y que hay que superarlo.
- Los que al menos son proactivos y están haciendo esas publicidades intentando vender cursos de cualquier historia (he llegado a ver gente vendiendo el curso de Tony Robbins, pero sin darlo Tony Robbins, como si ahora el que se masturbe viendo Youporn también se pueda considerar actor porno). De estos podemos hablar otro día.
- Los más aterradores: Los que se han convertido en conspiranoicos-negacionistas.
Y no. No digo la gente que está en contra de la gestión de la enfermedad (que me parece bastante razonable). Me refiero a estos que piensan que el COVID es una mentira, diciendo hace apenas unas semanas que incluso la enfermedad era mentira (ahora con los miles de datos que se han dado, se han ido por otros derroteros) o que era una conspiración para dominarnos:
- Que las mascarillas son un bozal para demostrar sumisión. Y no hay que ser sumisos, hay que rebelarse. No puedo dar más detalles porque me llama mi pareja para ir a cenar y si no voy, me echa la bronca.
- Que las vacunas o las apps para vigilar los focos son herramientas de control. ¿Quién me lo ha dicho? Alexa.
- Que quieren trastornarnos mentalmente con un microchip, no como ahora que sin él está todo el mundo super bien de la cabeza.
La verdad: No entiendo cómo hay tanto antivacunas y tan poco antisupositorios.
Vamos, que hay gente que pretendía liderar tu vida y llevarla al éxito que resulta que viven mentalmente a dos calles del terraplanismo más entrañable. Los que el lunes están poniendo que defienden “la verdad” y que hay que pensar y el martes les cuelan el meme de Jordi el Niño Polla disfrazado de médico.
Sí, podemos discutir muchas cosas, pero el problema de los seres de luz es que igual lo de “deséalo con fuerza” no funciona siempre y que, sobre todo, lo de ser amos de nuestro destino no está por encima de circunstancias, que muchas veces son injustas. Al final, lo que tenían muy arriba era el ego más que la capacidad (a veces con la mejor intención del mundo, ojo), y les ha venido una hostia no saben de dónde y que sienten que es imposible que les pase a ellos.
En esta crisis hay gente que ha tenido que ser ingresada en la UCI por neumonía y otros que están a punto de necesitarlo al darse cuenta que, de golpe, no dejan de ser un mortal más en el mundo.