10 tipos de público que te vas a encontrar en un show… y que tendrás que lidiar con ellos.

Los shows de comedia salen adelante básicamente porque viene público. Sin público no hay show o, si lo hay, sería un ejemplo de la teoría del Gato de Schrödinger. Hasta ahí de acuerdo. Pero existen unos perfiles de espectadores que resultan bastante peculiares. Si conoces un mínimo de la jerga de comedia, seguro que has oído hablar del término “heckler”, usándose para señalar a aquel espectador que interrumpe partes del show, normalmente realizando comentarios despectivos respecto a parte del texto del cómico o incluso insultándolo.

Lo que os traemos hoy no son hecklers en su concepto más estricto, pero sí son parte de la fauna y flora de la comedia, especialmente en bares y locales pequeños (no siempre). Sin ellos la comedia no sería lo mismo, para bien o para mal. Veamos:

  1. El desafiante. También lo podríamos llamar “Concursante de No Te Rías Que Es Peor”. Y me explico: El desafiante es aquel que llega al show casi con el ánimo de retar directa o indirectamente al cómico a ver si es capaz de hacerle reír. Dicho sea de paso, el desafiante se ve alimentado incluso en personas que no tenían dicha predisposición de salida cuando se generan expectativas muy elevadas sobre el cómico previas al show (por ejemplo, por comentarios de otros asistentes o por la presentación previa).
  2. El acompañante forzado. Es el que ha ido para que otra persona no fuera sola o con otras personas con las que tiene poca confianza. Al acompañante forzado el show se la trae al pairo y, salvo en excepciones en las que le acaba gustando, se le hace eterno, perjurando que nunca va a volver e incluso forzando discusiones posteriores con la otra persona o grupo.
  3. El indignadito. Este creo que ni hace falta explicarlo. Es aquel al que cualquier chiste le va a ver una pega de tipo moral-social. Sin problema: Si es de un pueblo o zona (incluso la tuya) es xenofobia, si va sobre una mujer es machismo y si va sobre un hombre, machismo positivo. Da igual lo que digas. Han aflorado especialmente con Twitter en los últimos años, cosa que ha salvado a gente como Arévalo de acabar en la cárcel por sus chistes de mariquitas y gangosos.
  4. El animador-notas. Una de las cosas que más pueden cambiar de un show de stand-up en un café teatro respecto a verlo por programas de televisión como “El Club de la Comedia” es el ritmo de risas y, sobre todo, de aplausos. Aunque puntualmente hay remates que pueden acabar en ovación (cosa que hasta por la autoestima del propio cómico agradecemos), ese constante devenir en aplausos chiste sí chiste casíquetambién puede romper totalmente el ritmo del show. Hay veces en los que un “líder de las risas” (algo que comentaremos en breve) se puede revertir en negativo y precisamente generar la pérdida de ritmo del texto o set.
  5. El que viene a ver La Vida Moderna. El programa de la Cadena Ser encabezado por David Broncano, Quequé e Ignatius Farray, además de acabar generando (mediante una evolución muy clara del programa en apenas dos años) programas de televisión presentados por el mismo equipo y en la misma línea de humor y, sobre todo, lo que yo creo que hace a un cómico pasar a la historia: Dejar en el “pueblo llano” conformado por sus seguidores una serie de palabras, expresiones o gestos a modo de muletillas. Como en su día consiguieron cómicos mucho más “mainstream” como Chiquito de la Calzada, el antes comentado Alfonso Arús o los itinerantes del “Un, Dos, Tres”. Esto puede derivar en que parte los fans del programa vayan a shows de otros monologuistas-cómicos esperando el mismo estilo o, incluso, el mismo tipo de expresiones y nivel. Complicado.
  6. El de la risa de doble filo. Hay tipos de risa que en un momento puntual pueden hasta subir más todavía el nivel de risa general, aunque como empiecen a repetirse te puede destrozar el show. Y que conste que la persona hasta lo pasa mal y tiene la mejor intención del mundo. Al menos yo me he encontrado con algo más de asiduidad dos tipos de risa que pasa de contagiosa a “ruinas”: El que llamo “asmático” porque casi se ahoga o acaba riendo con el mismo sonido que hace un perro cuando le pisas
  7. El onomatopeyas – uuuuuuuuuh. Primo del anterior y del próximo, tal vez el punto intermedio exacto entre ambos. Este sujeto suele adornar cada uno de los remates con algún tipo de interjección o sonido decorativo a modo de refuerzo del estilo del chiste (¿os acordáis ese sonido de señoras gritando “uuuuuuuhhhh” que utilizaba tanto Alfonso Arús cuando hacía algún chiste con componente sexual?). Tal y como pasa en estos casos, en momentos puntuales hasta puede estar bien, pero cae en la pesadez con mucha facilidad.
  8. El tertuliano. Es aquel que siempre tiene una experiencia u opinión respecto al tema central del chiste-remate del cómico… Y no puede reprimir las ganas de contarlo. Imagínate que cuentas el chiste del “Perro Mis Tetas”, y alguien del público comenta a su acompañante “ah, pues yo estoy pensando en operármelas”, cosa que sólo sería interesante si el comentario viene de un hombre. En momentos puntuales yo lo veo hasta comprensible, pero imagínate tener a alguien en primera fila comentando aspecto por aspecto o incluso generando una especie de monólogo paralelo.
  9. El de “cuéntame un chiste”. Este sujeto puede existir en dos contextos diferentes. El primero de ellos es el que se entera que eres cómico (al nivel que sea) y lo primero que te pide es que le cuentes un chiste, así sin más… (a mi me viene a la cabeza el clásico de Joaquín Reyes de “y tú, en casa picas billetes?” aunque es con otra premisa). El otro, creo que aún peor, es el que todavía no acaba de entender de qué va exactamente esto de los monólogos y al final o incluso a mitad de la actuación de pide-grita que te pongas a contar chistes, que tienen más gracia que el monólogo.
  10. El guionista voluntario. Supongo que os pasa a muchos, desde que hago monólogos y cosas derivadas en locales, de repente hay una serie de gente que me manda cualquier tipo de chiste, meme, vídeo, en plan “Mira. Te paso esto para que pilles ideas. De nada”. Acostumbran a ser virales, copia-pegas de Twitter o, no sé por qué extraño motivo, vídeos de monólogos del Comandante Lara. El consuelo que nos queda es lo de “mal de muchos”.

Por cierto, si queréis ver reacciones de cómicos a hecklers en su concepto más estricto, este vídeo vale realmente la pena.

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