Este pasado fin de semana he tenido la oportunidad de participar por segunda vez en el concurso cómico organizado por la Sala Delirious (Ombra Teatre). Durante 3 días pasaron 18 actuaciones, tanto individuales como grupales en prácticamente cualquier disciplina cómica (sketch, magia, microteatro, monólogos más teatrales o de stand-up, etc).
Ya sólo el hecho de llegar a la segunda edición es una buena noticia que indica que el proyecto va en serio y es algo realmente de agradecer: No se busca hacer negocio a costa de los concursantes (ya sólo más del 50% de la recaudación se va en los propios premios) como pasa en muchas ocasiones y además se van ofreciendo diferentes oportunidades tanto a los ganadores como a los concursantes más destacados.
Ya más allá de la posición (que en mi caso, salir tercero inmediatamente por detrás de un profesional con más de 10 años de experiencia como Enzo es más que satisfactorio), me gustaría destacar ciertos puntos de la situación de la comedia en Mallorca que he visto, o tal vez imaginado, y que pueden ser bastante significativos:
- Existe inquietud por hacer cosas en la isla. Y tal vez este sea el punto más importante. 18 presentaciones en un concurso a nivel local y en pleno mes de agosto y en un formato a 10 minutos donde alguna disciplina es muy difícil de presentar (como por ejemplo la impro) es para estar contento.
- Faltan locales que apuesten por programar comedia en Palma (y en toda la isla). Aquí seguramente entra en liza un tema de números que no lo hace fácil, ya desde intentar tener una pequeña infraestructura (altavoces, micro) hasta las trabas más comunes en estas situaciones (licencia de espectáculos o vía alternativa), pero apenas existen sitios donde se programe comedia, sobre todo, de forma respetuosa: Preparación del local para el show, ambientación del local en cuanto a sonido y luz o hasta a veces el propio trato por parte de los dueños de cafés. Pero también hay que ser conscientes de que para ello falta…
- Que la gente salga de casa y vaya a shows de comedia en vivo a nivel local. Y es que si quitas algún pequeño milagro (merecido) como puede ser la propia Sala Delirious o Trampa, tal y como sucede con muchos mercados existe una polarización muy bestia entre estrellas consagradas que llenan teatros (sin salir de Palma, Dani Rovira junto a Tomás García están a punto de llenar por 3 vez el mismo fin de semana un Trui Teatre de unas 1.300 plazas) y los que se baten el cobre a nivel local. Entiendo perfectamente que mucha gente pueda pensar que por qué pagar de 5 a 8 euros por un show de alguien a nivel de “regional” cuando por 10 tienes la suscripción mensual a Netflix y te hartas a ver series o justamente especiales de stand-up, pero no es lo mismo. La energía no es la misma, el ambiente no es lo mismo, la experiencia no es la misma y, además, no habrán nuevos grandes cómicos si no hay opciones de actuar regularmente en directo.